Cuidado de las piedras
A pesar de que comúnmente se piensa, las piedras son duras y resistentes pero no indestructibles. Hay varias prácticas que pueden deteriorar su aspecto.
A pesar de su dureza, la mayoría son frágiles (se rompen o se resquebrajan si reciben golpes más o menos fuertes). Algunas requieren cuidados especiales (por ejemplo la amatista y el cuarzo rosa no deben exponerse directamente al sol).
Si queremos que conserven su aspecto lúcido o brillante, en general es suficiente limpiarlas simplemente con agua corriente (mejor si es agua destilada), aunque en algunos casos (piritas, hematitas) debe evitarse este tratamiento.
No es aconsejable el uso de detergentes o jabones, por lo que deberíamos usar la precaución de quitárnoslas antes del baño o la ducha, así como evitar rociarlas con colonias y perfumes.
Si están engarzadas o montadas en plata es aconsejable el uso de paños especiales para la limpieza de este metal, evitando embadurnar las piedras con cremas o líquidos que podrían dañarlas.
En contacto con la sal marina la mayor parte de las piedras queda recubierta por una pátina opaca poco estética a la vista y al tacto.